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Las mujeres de la maquila en la pandemia

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    mujerestrabajadora
  • 22 ago 2020
  • 6 Min. de lectura

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Por Grecia Victoria


Tengo por lo menos 10 años trabajando en la maquila y a lo largo de ese periodo he podido presenciar cómo han evolucionado las condiciones de las obreras en cada sexenio, mismas que se han deteriorado en la pandemia y afectan a la clase trabajadora.

Las maquiladoras son la principal cantera donde el virus se esparce con facilidad, ya que en la mayoría de ellas nos encontramos en hacinamiento donde las condiciones de trabajo se hacen más insalubres, contribuyendo a que la pandemia tenga libre pasó en el área de trabajo.

El modo de producción hoy en dia se maneja de tal manera que se puedan mantener manos obreras a vastedad para la concentración máxima de las ganancias. Esto impide que las medidas de seguridad e higiene sean benéficas para nosotros.

Ante esto la mujer es la más afectada puesto que representa más del 60% de la mano de obra empleada en una maquiladora.

Nuestra salud se ha visto afectada, sobre todo en las regiones fronterizas donde el sector maquilador hace girar la economía como lo es Ciudad Juárez, Obregón, Tijuana, etc. Y ante esto, todas las dependencias del estado se han mantenido al margen y lo podemos ver reflejado con hechos con el tratado del T-MEC, el cual asegura la riqueza de unos cuantos a costa de nuestra salud, y lo podemos ver con la negativa a cerrar fronteras. A pesar de lo crítica que fuera la situación para los trabajadores lo primero que se decía era que la economía no debía ni debe parar, forzándonos a seguir trabajando a pesar de los altos índices de contagios.

Dos panoramas reales de la situación que las y los obreros vivimos a inicios de la pandemia y sobre nuestra ‘’nueva normalidad’’.

Inicios de la pandemia:

Medidas de seguridad e higiene: Por ejemplo el gel antibacterial, el cubrebocas que usamos, los obreros lo tuvieron que cubrir con su salario. En las fábricas la sana distancia no fue ni va más allá de un metro en las líneas de producción. Eso implica el aceleramiento de contagios. Doy mi testimonio: en la maquiladora donde laboro somos alrededor de 60 a 70 obreras, de las cuales primero salimos 20 contagiadas, yo incluida, y posteriormente 15 trabajadoras más. Ante esto la empresa se ha escudado en que ha sido resultado de no usar el cubrebocas o no utilizarlo adecuadamente. En toda la frontera se culpa a los trabajadores de sus propios contagios, “por andar en fiestas”, y con esto deslindar a los empresarios de toda responsabilidad.

Reducción salarial: A nuestra situación de por sí complicada, se suma la reducción del salario. En algunos casos las maquiladoras eliminaron bonos o gratificaciones, lo que afecta severamente. Por un lado la situación de los trabajadores ha empeorado por la crisis. Los empresarios se han escudado en la pandemia para negar el pago del salario íntegro durante el breve tiempo de cuarentena. En realidad a pesar de la difícil situación la industria maquiladora no dejo de operar, por ejemplo en Baja California se mantuvo en funciones al 80% de su capacidad. Y para el 4 de mayo, en ese mismo estado, el 100% de la industria ya estaba operando. A inicios de agosto sólo se encontraban en resguardo los trabajadores diabéticos e hipertensos, aunque a muchos les disminuyeron el salario e incluso una parte de ellos fueron forzados a continuar labores.

Apoyo del Gobierno a los empresarios: Ante estas situaciones los trabajadores no tuvimos el apoyo de ninguna dependencia gubernamental. Las Juntas de Conciliación han estado cerradas. Las diferentes dependencias de la Secretaria del Trabajo y Previsión Social en los estados han protegido a la industria en su mayoría; afectando con cierres a trabajadores independientes y pequeños comerciantes. Los gobiernos municipales iniciaron el acoso de trabajadores de sobrerruedas o tianguis. Los gobiernos fronterizos justifican la continuidad de la producción en que la industria de exportación forma parte de una misma cadena que incluye a México, Estados unidos y Canadá. Esto último impone a los trabajadores los intereses de los patrones, a costa de su salud y la de su familia.

Guarderías: las madres trabajadoras tuvimos el problema del cierre de las estancias infantiles, sean del IMSS o privadas. No recibimos ninguna consideración sobre irnos a casa con nuestro salario asegurado por las dificultades que en ese momento empezaron a presentarse al no contar con quien dejar a los hijos. Los gobiernos se escudan en que en las familias hay personas mayores de edad o hijos que pueden hacerse cargo de esa tarea, cuando realmente no son personas indicadas para quedarse a cargo de los menores. Nos hemos visto obligadas a decidir entre el trabajo o nuestros hijos. En algunos casos viéndonos forzadas a solicitar días sin goce de sueldo.

Cuarentena: los trabajadores no tuvimos oportunidad de gozar de una cuarentena o un #quédate en casa. Lo que se propagó en las redes como si fuera algo que todos pudiéramos hacer. Un sacerdote dijo: la pandemia ha venido a recordarle a la mujer que su lugar es estar en casa… ¡Y qué no hubiéramos dado las trabajadoras, ante la preocupación de los contagios, por haber estado en casa! Pero eso es algo que quedo claro no estaba a nuestro alcance. En realidad, para nosotros la ley es ‘’rásquense como puedan’’.

Derecho a la salud: Es una obligación adentrarnos en el estudio de lo que sucede en nuestro entorno. Preguntarnos, digamos, por qué como trabajadores no tenemos el derecho a una atención médica digna, y que hoy en la pandemia ha resultado más necesaria. En esta situación hemos requerido de un certificado médico del IMSS para defendernos de los patrones, que nos obligan a trabajar enfermos o niegan la existencia del virus entre nosotros. Certificado o incapacidad determinada que nos fue negada. Sumemos a eso el alto costo de las pruebas de covid-19, por las cuales hay que pagar de 3000 a 5000 pesos, por ejemplo. Puntualizo que no se trata de culpar a los trabajadores de la salud, pues ellos padecen las consecuencias de un sistema de salud más que precario.

‘’Nueva normalidad’’ para los trabajadores:

Ya que estamos en el pico de la pandemia desde mayo; luego en junio; y siendo poco certera la información, pues se manipula, ahora podemos estar seguros de que para nosotros vienen condiciones aún peores que las anteriores. Esto es el caso de:

Despidos de personal vulnerable: las empresas se escudan en no tener suficientes recursos para mantener al personal que requiere de resguardo domiciliario obligatorio, lo cual más bien tiene motivo fundamental en que no se quiera pagar mano de obra que no está siendo usada para generar ganancias.

Contratación de migrantes: uno de los blancos claves ahora en la frontera son los migrantes haitianos y centroamericanos, quienes son parte del sector más criminalizado por el Estado. Y a quienes se les han cerrado las puertas para laborar y han sido reprimidos con la justificación de que solo vienen a ‘’alterar’’ el orden público. Ahora son ellos quienes son contratados para ocupar los espacios que dejaron los trabajadores que se han ido a cuarentena por vulnerabilidad. Pero aquellos no reciben sus derechos íntegros, perciben un menor salario por su condición migrante a pesar de vivir la misma explotación. Hay que puntualizar que su contratación ha sido temporal, para estabilizar de manera inmediata las líneas productivas en las empresas. Estos trabajadores, que no tienen mayores beneficios, son despedidos en su mayoría al término de su contrato y sin derecho a indemnización alguna.

Despidos a paristas: otros que han sido despojados de su trabajo son aquellos obreros que pelearon en algún momento por cuarentena al no formar parte de una empresa esencial. Y esto no es un motivo para temer, si no para comprender la manera en la que la clase patronal actúa. Lo que nos debe impulsar a emprender la lucha organizada, no solo para una cuarentena sino para enfrentar las medidas en nuestra contra, o lo que juntos decidamos que debemos alcanzar, y en ambos casos tendremos que pelear de manera colectiva.

No debemos olvidar que han sido los trabajadores inconformes y actuando de manera espontánea quienes en distintas plantas han hecho realidad las cuarentenas, aunque esta fuera de semanas. Esos paros, esas protestas, lograron vencer momentáneamente a los propietarios fabriles. Los obligaron a semanas de descanso para los trabajadores, a reconocer la vulnerabilidad de los diabéticos e hipertensos y, en algunos casos, pagar salarios íntegros a aquellos trabajadores contagiados.

Adaptación al nuevo sistema: el nuevo sistema consiste en medidas disfrazadas de seguridad e higiene suficiente o adecuaciones basadas en la tecnología y que vulneran a los trabajadores, etc. Hoy este nuevo método garantiza a las empresas poder evadir aún más su responsabilidad y culpabilizar a los trabajadores acerca de las consecuencias en su salud. Toda esta situación afecta directamente a la mujer obrera. Obligada a cumplir con un papel productivo, presionada con los despidos ocurridos en su propia familia y que afectan a su economía.

Esto es el conjunto de problemas que nos han afectado a las mujeres trabajadoras, a la par del resto de trabajadores. La situación sigue siendo difícil. Los brotes de contagio no han parado de ocurrir. Presenciamos las defunciones en los distintos estados de la república. Resentimos las cosas muy de cerca.

Con base en lo anterior se puede concluir que no nos queda más que luchar. Queda claro que, para el gobierno, si hay que sacrificar a alguien, ese alguien vamos a ser nosotros, los trabajadores. Nos toca unir fuerzas, por ejemplo, con el sector migrante, para luchar en contra de la violación de nuestros derechos y también por mejorar nuestras condiciones de trabajo.

 
 
 

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