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Fin de año para nosotras las obreras

  • Foto del escritor: mujerestrabajadora
    mujerestrabajadora
  • 28 dic 2020
  • 2 Min. de lectura

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Por Laura Hernández


Nos encontramos a finales de año, para las y los trabajadores este ha sido uno de los más difíciles con la pandemia; nuestra economía colapsó, muchos nos quedamos sin empleo, tuvimos descansos sin goce de sueldo y sin ningún derecho a recibir atención médica adecuada cuando se ha necesitado.


La violencia para la mujer obrera aumentó. Las cargas de trabajo de las madres de familia se tornaron más difíciles con el cierre de guarderías y con las clases en línea, muchas tuvieron que decidir entre ayudar a los hijos para acudir a sus clases y cuidar a los menores de 4 años, o ir a trabajar para llevar sustento alimenticio a su hogar.


Para estas fechas la dinámica es la misma, para las mujeres obreras de fábrica las actividades en diciembre no cesan ni un solo día, a menos que hayan decidido aceptar el trato que el patrón, a conveniencia de él mismo, ofrece para poder descansar una o dos semanas a final de año.


La mayoría de las fábricas a lo largo del año utilizan las fechas de descansos obligatorios, como el 1 de mayo, 20 de noviembre, etc., para que el patrón “pague” un día de diciembre que no se laborara por decisión de este último; otros patrones optan por definir los días sábados para trabajar turno completo, sin que sea pagado como un día extra. El caso aquí es que no es opcional, por lo menos el 80 % de los trabajadores están obligados a cubrir estos días y el que no cumple es castigado de manera arbitraria.


Para nosotras y para nuestros compañeros obreros la situación inicia mal cada año y termina peor.


Hoy las empresas con la excusa de la pandemia han declarado que por ‘’falta’’ de trabajo, y por pagar a los obreros con resguardo obligatorio por enfermedades crónicas, no hay manera de percibir mejores aguinaldos, siendo que a pesar de la pandemia el trabajo no disminuyó. Para nosotros nada cambió.


Podemos decir, de alguna manera, que no basta con reconocer que nuestra situación es miserable, sino que tenemos que luchar por un cambio que nos permita ofrecer a nuestras futuras generaciones mejores condiciones de vida.


Las mujeres de nuestra clase no recibimos ningún cambio significativo, al menos no uno que nos favorezca. No es suficiente plantearnos una idea anual de lo que podemos hacer para mejorar nuestras condiciones. Nuestra lucha como clase obrera debe ser permanente, y aun ganándola no debemos bajar la guardia.


No se trata sólo de luchar y exigir una guardería gratuita, mejores salarios, etc., sino de poner al centro nuestra emancipación como mujeres trabajadoras. Esto último es lo único que nos permitirá poner fin al sistema de opresión en el que hoy intentamos desarrollarnos política y socialmente.

 
 
 

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