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A las trabajadoras de México:

  • Foto del escritor: mujerestrabajadora
    mujerestrabajadora
  • 4 mar 2020
  • 6 Min. de lectura

A las mujeres que sufren precariedad,

explotación laboral y opresión de género


Hoy conmemoramos el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. El origen histórico de este día se sitúa hace 163 años, cuando precisamente un 8 de marzo fueron asesinadas 120 trabajadoras de la industria textil en Nueva York, ¿por qué razón? Por luchar contra los salarios de miseria y las jornadas extenuantes. Y en 1911 sucedió otro crimen, donde murieron calcinadas 146 trabajadoras también de la industria textil en Nueva York, ¿por qué razón? Les arrojaron bombas incendiarias y las encerraron en la fábrica por luchar contra las inhumanas condiciones de trabajo. Un año antes, en 1910, la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas decidió que cada 8 de marzo se conmemorara el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.


El 8 de marzo no es un carnaval y no esperamos recibir flores, es un día para continuar la lucha y rendir homenaje a las trabajadoras que a lo largo de estos años se han puesto en pie por mejores condiciones de trabajo, enfrentando a la patronal y al Estado, que protege siempre los intereses del que más tiene. El 8 de marzo es un día de lucha, porque hoy a la mujer trabajadora le sobran razones para alzar la voz y hacerse escuchar.


Saludamos las legítimas protestas de mujeres como la del 25 de noviembre del año pasado y rechazamos la respuesta del gobierno socialdemócrata que lleva el logotipo de MORENA y el cual es representado en la Ciudad de México por Claudia Sheiumban, al criminalizar y desprestigiar estas formas de lucha. Desde la OMTM compartimos con las manifestantes la rabia, sin embargo sabemos que la raíz de la violencia hacia la mujer no sólo se limita a las distintas formas de acoso y abuso sexual sino que tenemos bien presente que para las mujeres trabajadoras la violencia no sólo es eso, sino que tiene un fondo mucho más grande, por lo que resulta necesario encauzar toda esa rabia y energía hacia el enemigo, al causante de nuestra desgracia, al corazón del sistema que nos explota, nos precariza y nos oprime, es decir, al corazón del capitalismo y el poder de los monopolios.


No creemos que el origen de nuestra situación desigual sea simplemente la confrontación hombre vs mujer, pues sabemos que la explotación y opresión que sufrimos están enraizadas en el sistema económico, que nos ha convertido en asalariadas ultraexplotadas o en trabajadoras informales sin derechos, o en desempleadas sufriendo la precariedad; y sabemos que este sistema precisa de la cultura machista legitimada en leyes, instituciones y costumbres, para mantenernos como seres sin derechos, vulnerables a toda clase de violencias, para reproducir la dominación sobre las mujeres en general, pero especialmente sobre las mujeres trabajadoras.


Denunciamos y combatimos todas las formas de violencia ejercida contra nosotras, pero entendemos que no son el conjunto de los hombres trabajadores el enemigo a vencer, pues compartimos con ellos la condición de clase: hombres y mujeres trabajadores debemos entendernos y reconocernos como parte de la clase obrera explotada, que enfrenta a un tiempo la precariedad, la carestía, el desempleo, y también la descomposición, el salvajismo y la barbarie que surgen de estas condiciones materiales. La lucha organizada de la mujer trabajadora vendrá a reforzar la lucha por los intereses generales de nuestra clase, todo lo que debilite esta unidad será combatido desde la OMTM.


El feminicidio es la forma más cruenta de violencia contra la mujer, pero lamentablemente no es la única: que nos despidan por estar embarazadas es violencia, que cierren estancias infantiles es violencia, que no se respete nuestro derecho al permiso por lactancia es violencia, que no se respete el derecho a incapacidad por maternidad es violencia, que la Guardia Nacional golpee en la frontera sur a mujeres migrantes y a sus hijos es violencia, la falta de medicamentos en hospitales es violencia, los salarios de hambre son violencia, la carencia de seguridad social es violencia, que nos arrebaten el derecho a pensionarnos es violencia.


Es horrorosa la cifra de feminicidios, los casos sonados de Isabel Cabanillas, Ingrid Escamilla y la pequeña Fátima nos duelen pero desgraciadamente son sólo un ejemplo. Cada día en México 10 mujeres mueren siendo víctimas de violencia, cada día en México asesinan 3 niños y desaparecen 7. Frente a la indignación y movilización de las mujeres, al Presidente y su gabinete le importa más montar un show mediático, lucrar con el dolor de las familias de las víctimas y fingir que se está haciendo algo. Pero las innumerables carencias que sufren las mujeres trabajadoras y sus familias las hacen víctimas de la barbarie y la criminalidad, como la falta de vivienda, falta de servicios de salud física y mental, falta de guarderías y escuelas públicas, gratuitas y de tiempo completo que atiendan integralmente a la niñez, inoperancia y corrupción de instituciones de tutela estatal para niñas, niños y mujeres en situación de orfandad o abuso, absoluta indiferencia y complicidad del aparato judicial y policíaco frente a acosos, violaciones y agresiones.


Frente a estas condiciones de vida, la realidad es que este gobierno, como los anteriores, se limita a reprobar los feminicidios y emitir cartillas morales. En el caso de la pequeña Fátima, tuvo recursos para cuantiosas recompensas y gran despliegue policial para la captura de los presuntos criminales, pero no para atender la situación vulnerable en que vivía ni para localizarla con vida. En cambio, emplea la fuerza de sus políticas y acciones para sostener y fortalecer el poder de los monopolios; hay grandes inversiones en beneficio de empresarios y nada que detenga el desmoronamiento de los servicios públicos de educación, salud y pensiones.


Esta nueva gestión estatal, no importando que la integren gran número de mujeres como Claudia Sheinbaum, Olga Sánchez Cordero, Tatiana Clouthier, Rosario Piedra Ibarra, y muchas más, tampoco toca en absoluto el sistema de explotación que nos empobrece y nos somete junto a nuestras hijas e hijos al hambre, la enfermedad, la desesperanza y la violencia estructural. Ellas son mujeres de la clase burguesa que representan los intereses de los explotadores, y son responsables de la opresión de la mujer trabajadora. Sus representantes y voceras feministas pretenden cooptar la protesta y justa indignación de las mujeres proletarias, para desmovilizarla, domesticarla, colocarla a la cola de los intereses de la clase dominante.


Las propuestas que van desde el peticionismo para la reforma de las leyes, políticas públicas, protocolos, etc., hasta plantear abiertamente la colaboración interclasista, como si fuera posible la conciliación de intereses entre explotadores y explotadas, o que sitúan la idea de que la lucha de las mujeres es contra “el dominio de los hombres”, son el más seguro camino para retardar y entorpecer nuestra emancipación. Es así como nos proponen acciones en las que instituciones estatales y empresas privadas conceden a sus trabajadoras el gracioso permiso de faltar un día “en solidaridad” con las protestas por la violencia, para que al día siguiente todo continúe exactamente igual: la sobreexplotación, los horarios flexibles sin pago de horas extras, el outsourcing, el acoso sexual, la falta de servicios como guarderías y comedores, el sufrimiento permanente de las trabajadoras para equilibrar la vida laboral y familiar.


Hacemos un llamado a dimensionar la acción convocada para el 9 de marzo, para entender quiénes convocan y por qué, y también a quiénes excluye. Por ejemplo, Juárez, una de las ciudades con más feminicidios, debería ser la primera en "otorgar el día" 9 a las trabajadoras, Claudia Troitiño, vicepresidente de la Asociación de Maquiladoras (INDEX), es mujer, debería ser la primera en solidarizarse. Pero no, ha anunciado que las maquilas no darán el 9 a las mujeres. Aquí lo esencial es entender que el sector maquilador en todo el país realiza exportaciones por 12,707.54 millones de dólares, y no va a sacrificar su interés económico.


Respetamos a las mujeres trabajadoras que con un interés genuino se suman a esta iniciativa para visibilizar sus problemáticas, pero las invitamos a dar un paso más hacia la organización, a cerrar filas con sus hermanas y hermanos de clase. Lo que inició como una convocatoria independiente ha terminado revelándose como una disputa interburguesa, que busca aplaudir a la 4T o golpear a la 4T.

Mujeres, compañeras, hermanas:


Nosotras marchamos en camino distinto y enfáticamente resaltamos que es indispensable organizarnos desde la perspectiva de nuestros intereses comunes

como mujeres trabajadoras. Nuestras necesidades y demandas no están en la agenda de la clase burguesa, ni la de las mujeres burguesas. No tenemos las mismas respuestas para los problemas obvios: no es un asunto de protocolos de género, formalismos legislativos, o más mujeres en responsabilidades gubernamentales y empresariales, ni nada que sirva para prolongar la barbarie embelleciendo este sistema oprobioso, con el que hay que terminar.


Conmemoramos este 8 de marzo porque sabemos que el camino no es fácil, nadie dice eso. Nuestros problemas no se resuelven votando un día, no se resuelven en una marcha, no se modifican sólo expresando indignación. Es necesario mucho más.


Liberarnos de esta larga agonía de explotación y oprobios, dicta el único camino posible para nuestra emancipación: la lucha organizada de las mujeres del afán cotidiano, las mujeres de clase trabajadora, jóvenes estudiantes, empleadas, amas de casa, trabajadoras domésticas, trabajadoras independientes, maestras, artistas, mujeres migrantes del campo y mujeres inmigrantes de otros países, y en general todas las mujeres que sufren a un tiempo precariedad, explotación laboral y opresión de género, actuando juntas para dar forma a nuestros reclamos, luchar por soluciones a nuestros problemas, encontrando fuerza en la unidad y la solidaridad y enfatizando con nuestras acciones el valor de la participación y la dignidad de las mujeres trabajadoras de nuestro país.

 
 
 

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